Necesitar a otro es una vía segura hacia el sufrimiento. Tal vez al principio sintamos que tener una pareja es suficiente para sentirnos plenos, pero al poco tiempo empezamos a querer que “el” o “ella” cambie, para que pueda cumplir con nuestras expectativas. O al revés: tenemos tanto miedo de que nos abandone que, haciendo lo imposible para que esto no suceda, tratamos de ser como creemos que “el” o “ella” quiere que seamos.
El asunto es que si alguien se tiene que modificar a sí mismo para complacer a otro, se está abandonando. De modo que una relación basada en la necesidad del otro, implica el auto-abandono y es, por naturaleza, condicional.
Cuando la relación está basada en amor condicional , no es que terminas con heridas profundas, es que ya empezaste con heridas profundas y esas relaciones siguen reflejando eso. ¿Cuáles son esas heridas profundas? No sentirte lo suficientemente bueno, el estar separado de ti mismo, el miedo al compromiso, el miedo al abandono, etc. Y todo eso lo percibimos en lo externo.
Pero la verdad es que no importa lo que suceda en la relación porque, en realidad, la verdadera relación la estamos teniendo con nosotros mismos. Si siempre buscamos llenar un vacío interno con algo externo, el resultado será siempre igual: un espejo que nos está mostrando ese vacío, esperando que alguien más nos complete. Y eso nunca va a suceder, porque somos nosotros quienes nos tenemos que completar.
El amor verdadero es incondicional. Al comenzar a experimentar la plenitud interior, uno de los cambios más significativos es que vas perdiendo la necesidad de que otra persona te complete. El amor incondicional acoge, abraza, ya sin esa necesidad, sin esa expectativa. Ésta es la actitud más saludable con la que podemos iniciar una relación romántica y, de hecho, cualquier cosa en la vida: disfrutar aquello mientras dure. Cuando nos aferramos a nuestros placeres, terminamos sofocándolos.
La única manera de lograr realmente ese amor desapegado, es encontrando nuestra propia plenitud interior; hasta que eso no suceda, nuestro bienestar estará inexorablemente condicionado por el comportamiento de nuestra pareja y la necesidad de su devoción hacia nosotros.
Así que, a través de nuestra transformación interior, la idea de nuestra “media naranja” desaparecerá. Esto no quiere decir que nos vamos a transformar en amargados y cínicos, sino todo lo contrario: simplemente que hemos alcanzado dentro de nosotros, la plenitud.
Ya sin las expectativas de ser salvados por otro, estamos abiertos a compartir esta plenitud recién descubierta con todos los que conocemos. Libres del miedo a la pérdida este amor es más dichoso, ¡es jubiloso! Y como no depende de otro ya que yace dentro de nosotros mismos, nos acompaña a todas partes, impregnando todas nuestras relaciones.
A través de la transformación interior nuestras relaciones se tornan más libres y transparentes. No imponemos condiciones rígidas ni tampoco tenemos expectativas de lo que el futuro nos traerá.
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