En torno al cantante y actor de cine, Pedro Infante, uno de los personajes de la música y las películas mexicanas más famoso del mundo en los años 40 y 50 del siglo XX, se tejen muchos mitos, que, como tales, algunos son falsos y otros verdaderos. Es normal que surjan estas contradicciones que despiertan el interés y hasta el morbo de quienes los admiran y más aún idolatran.
Hay varias leyendas urbanas alrededor de la máxima figura artística sinaloense, la más conocida de ese bello estado de nuestro hermoso país, es su nacimiento, ya que a pesar de que se le nombra “El Ídolo de Guamúchil”, nació en Mazatlán el 18 de noviembre de 1917; otra ficción que perduró mucho tiempo después del fatídico accidente aéreo que sufrió el 15 de abril de 1957 al salir de Mérida, fue que no había fallecido, que seguía vivo.
Una más que se originó en Colima y propició que se escribiera un pequeño libro y se filmara un documental fue la relación que Pedro Infante sostuvo con el colimense Jesús Gallardo Cobián (1923) que puso en entredicho (al menos en nuestro estado) la fama personal y profesional que creó en el ambiente artístico, apegado al estereotipo del macho mexicano, montado a caballo, con fornitura, pistola, sombrero de charro, mujeriego, borracho y pendenciero.
La mayoría de los datos que les relataré me los proporcionó José Álvarez Virgen, “El Buitre” (25 de enero de 1942), como el de ser hijo de José Álvarez García, “El Buitre”, quien a su vez era hijo de Miguel Álvarez García, “Capacha”, por tanto medio hermano de la primera gobernadora de Colima y de México, Doña Griselda Álvarez Ponce de León. Le comenté al sobrino que su parecido con su tía era notable, sobre todo si se pusiera un chongo, atacándose de risa. Con una memoria increíble, “El Buitre” me platicó la relación que vió, conoció y se enteró entre Pedro y Jesús, más conocido como “María de Jesús”, nombre que adoptó de su señora madre (María de Jesús Cobián Cabrera) con la que vivió hasta el día en que murió por dos balazos que recibió en el pecho y en la cabeza en un forcejeo con su hermano menor.
“María de Jesús”, era un joven colimense, de origen humilde, alto, atlético, atractivo (parecido a Mauricio Garcés), que trabajaba de mesero en restaurantes y cantinas como “El Rizos de Oro”, que había aprendido a poner inyecciones, sin estudiar enfermería ni medicina. En 1950, a los 27 años, viajó a la capital del país para incursionar en el cine, se dirigió a la Asociación Nacional de Actores (ANDA) sin imaginarse que ahí conocería a Pedro Infante.
El ya famoso personaje, sencillo y natural como buen sinaloense, les preguntó a las secretarias de la ANDA si conocían a una enfermera para que inyectara a su mamá que se encontraba mal de salud. “María de Jesús”, le refirió que él podía inyectar a su progenitora, Pedro no le preguntó si era enfermero y lo llevó a la casa donde se encontraba su madre, María del Refugio Cruz Aranda, donde viviría hasta que el cantante y actor falleciera en un percance aéreo.
A partir de entonces estuvieron juntos hasta que la muerte (el accidente de aviación) los separó. “María de Jesús” se quedó a vivir con la madre de Pedro, lo acompañaba en los viajes que hacía por el país, incluido Colima, llegando a hospedarse en la casa de los papás del colimense, en Maclovio Herrera #564, a unos cuantos metros de “La División”, tienda de abarrotes en el límite de Colima con Villa de Álvarez.
Pedro Infante se presentó dos veces en Colima, la primera en 1953 en la Cancha Gral. Andrés Figueroa, donde “El Buitre”, de 11 años de edad, se fue solo a ver al popular cantante pero se quedó dormido afuera del lugar esperando a que llegara el artista y fue el propio mazatleco quien lo despertó tocándole el cabello de la cabeza y tomándolo de una mano y “María de Jesús” de la otra se fueron caminando hacia el templete, dejándolo al pie del entarimado para el primero subir al escenario y dar el espectáculo. “Duré 8 días sin lavarme la cabeza”, comenta “El Buitre”, esbozando una sonrisa en recuerdo del imborrable momento. La otra ocasión fue un año después en “La Petatera” de Villa de Álvarez, abarrotando La Monumental Plaza de Toros.
Pedro dejaba en la casa de “María de Jesús” indistintamente uno de los dos convertibles Cadillac que tenía, uno blanco y otro dorado, para pasearse cuando venía a visitarlo y descansar. Una vez que Infante llegó en avión a Colima, la reina de la Feria, Glenda Zárate, y la princesa, Gloria del Toro, fueron a recibirlo al Campo de Aviación para llevarlo al lugar donde se hospedaría, pero cual va siendo la sorpresa de ambas que después de saludarlo y platicar con él, se despidió de ellas y se subió al Cadillac con su amigo colimense.
“María de Jesús” interpretó en 1951 dos papeles menores de las películas de Pedro Infante, “Qué te ha dado esa mujer” y “A.T.M.” (“A Toda Máquina”). A la muerte de “El Ídolo de Guamúchil”, regresó a su terruño, puso en la casa de la familia un botanero en el que trabajaba de mesero, consciente del morbo que despertaba entre sus clientes. Con la pérdida de su afecto, empezó a ingerir más alcohol que antes. Los hermanos de Pedro, Ángel y José, además de otros actores y actrices que lo conocían y estimaban lo invitaron a que regresara al Distrito Federal a trabajar en el cine. Un día, tomado, le exigió a su progenitora que firmara un contrato para hipotecar la propiedad y poder irse a la metrópoli, sin embargo, la señora se negó, llegó el hermano menor, Miguel, que rengueaba de una pierna, entró en la discusión, se hicieron de palabras, “María de Jesús” sacó del pantalón una pistola calibre 22 y Miguel se le echó encima, forcejearon y la pistola se disparó en dos ocasiones, una de las balas le entró en el pecho y la otra se incrustó en la cabeza de “María de Jesús” matándolo de inmediato el 14 de marzo de 1962. En ese momento se fue la luz, lo que Miguel aprovechó para escapar, aunque se entregó a la autoridad la semana siguiente, dejándolo en libertad, para enseguida detenerlo y enjuiciarlo; el juez dictó la sentencia como homicidio imprudencial y fue liberado en definitivo.
Las malas lenguas de aquel entonces calificaron de homosexual la relación entre Pedro Infante y “María de Jesús”, lo cual echaba abajo la imagen del macho mexicano que tenía y tiene todavía el sinaloense, sin embargo, considero que no hay pruebas que confirmen esa interpretación subjetiva, además de que en aquella época ese prejuicio era muy fuerte y en la actualidad a nadie le importa, cada quien tiene los gustos, las preferencias que quiera y nadie tiene derecho a meterse en la vida personal de los demás.
P.S. Gracias a “El Buitre”, a su señora esposa Rosa Robledo Radillo por su amabilidad, así como al arquitecto Fernando Olmedo Buenrostro que me puso en contacto con ellos, por darme la información y la opinión que hicieron posible esta columna que tenía muchos años interesado en escribirla y hasta hoy la hago realidad bajo una perspectiva completamente diferente a la que tenía al principio, lo confieso.