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Hace 63 años Indalecio Pelayo fundó la terraza que detonó la playa de Miramar | El Noticiero de Manzanillo
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Hace 63 años Indalecio Pelayo fundó la terraza que detonó la playa de Miramar | El Noticiero de Manzanillo

* Hoy es uno de los balnearios más concurridos de nuestro municipio

* Paraje conocido por todos como “La Curva de El Indio” hasta hoy

En el ámbito turístico hablar de “El Indio” Pelayo, es hacerlo de toda una institución, conocido por todos los porteños de cepa, pues es un personaje que detonó un área que estaba virgen y sin darle uso, para hacerla un pase tradicional que tiene una vigencia de sesenta y tres años.

SUS INICIOS CULTIVANDO LA TIERRA

Indalecio Pelayo Moreno nació  el 23 de octubre de 1931 en El Grullo, Jalisco, y desde muy joven se vino a vivir a Manzanillo buscando nuevos horizontes para progresar, convirtiéndose en uno de los primeros ejidatarios tanto de Chandiablo, como de Salagua, población esta segunda donde tuvo primeramente su domicilio, formando una familia al lado de su esposa, Doña Dionisia Cristina Robles Velasco de Pelayo, con quien procreó a once hijos.

En sus tierras en Chandiablo siempre se dedicó a cultivar plátano y maíz, y pronto se enfocó también en la pesca, actividad en la que destacó, tanto para vender el producto que sacaba, como para el consumo de su propia familia, y fue uno de los primeros tiburoneros, variedad de peces que antes no era muy consumida en nuestra región.

Construyendo la carretera que cruzaba por Miramar, playa que Indalecio Pelayo conoció, lo cautivó y le robó el corazón.

DESCUBRIENDO UN PARAÍSO IGNORADO

A finales de los años cincuenta fue contratado por un grupo de ingenieros que estaban trazando la carretera entre Santiago, Miramar y más allá, hacia El Naranjo y la vecindad con Jalisco a través de la región costera que va hasta Cihuatlán, y durante estos trabajos pesados bajo el ardiente rayo del sol, de pronto llegaron hasta el área donde se encuentra La Cuarentena, que ya para entonces se encontraba abandonada desde hace diez años más o menos.

En este sitio durante los años treinta se recluyó y trató a enfermos de diferentes males contagiosos, entre ellos la lepra, la fiebre amarilla, tuberculosis, etc. En las primeras dos décadas del siglo pasado, hubo un antecedente de La Cuarentena que se ubicaba en La Playita de En Medio, llamado Hospital Cruz Azul, pero cuando la ciudad creció y llegó hasta los alrededores de aquel viejo sitio que era propiedad de quien fuera Gobernador del Estado, Laureano Cervantes, entonces se decidió por parte de las autoridades reubicarlo a un lugar más lejano de la ciudad, como era por entonces Miramar que era muy aislado.

Hacia allá se movió La Cuarentena, y se aprovechaba que los enfermos tomaban como tratamiento baños de mar en la playa abandonada que estaba enfrente, a la cual nadie más iba, pues estaba lejos de todo, y no era nada atractiva, ya que estaba llena de dunas cubiertas de maleza y plantas espinosas. Durante la Segunda Guerra Mundial se supo que en este lugar se recluyó por parte de los Estados Unidos a algunos presos japoneses tomados durante la Guerra del Pacífico, ya que nuestro vecino país del norte tenía un acuerdo como aliados en la guerra mundial contra las Fuerzas del Eje. Tras el fin de este conflicto en 1945, La Cuarentena quedó abandonada, y la playa frente a este sitio por igual.

El señor Indalecio Pelayo Moreno en su juventud.

Pero, a finales de los años 50, cuando el señor Indalecio Pelayo estaba trabajando en la construcción de la anteriormente citada carretera, se quedó prendado con la visión de aquella playa entonces solitaria, cubierta de dunas. Varias veces durante los descansos en los trabajos bajaba a aquella playa de suave pendiente y con un oleaje moderado y regular, y cuando había oportunidad, incluso se metía a nadar, pues ya desde entonces tenía la fama de ser un nadador consumado.

Finalmente, tras platicarlo con su familia, decidieron irse a vivir a ese lugar en el año de 1960, donde la carretera que estaban construyendo hacía una curva muy marcada. En ese punto empezaron a limpiar las dunas de toda la vegetación espinosa y luego a construir su casa, así como una terraza con vista al mar. Cuando todo estuvo terminado, se fueron a vivir ahí de forma permanente y hasta la fecha, la familia sigue viviendo en ese mismo lugar.

Don Indalecio se iba a pescar, y luego se ponía a cocinar ese alimento fresco del mar en el restaurante que abrió en aquella terraza, y una parte lo consumía su familia, y otro, algunos de los pocos bañistas que se atrevían a ir hasta allá, atraídos por ver una terraza que decía ser un restaurante en ese punto poco frecuentado, pero con una playa bonita y limpia.

SE DETONA NUEVO POLO TURÍSTICO MUNICIPAL

Por ese mismo tiempo empezó a darse el movimiento contracultural de los hippies. Era la época de la psicodelia y el rock en los Estados Unidos, y muchos de ellos empezaron a salir a recorrer el mundo en busca de libertad, buscando puntos solitarios y poco frecuentados en otros países, como México, y fue así como algunos empezaron a llegar a dormir a esa playa con su enorme mochila al hombro. Estos en el día se acercaban a comer a la terraza de Indalecio Pelayo, y así empezó a cobrar fama. Luego, en la Semana Santa, cuando muchos turistas sin mucho dinero venían a Manzanillo buscando disfrutar de la playa sin erogar mucho, se quedaban a dormir durante toda la semana e incluso durante la de Pascua sobre la arena de esa playa, cautivados por su belleza.

Finalmente, se hizo un lugar bastante conocido, y entonces todos los fines de semana muchos manzanillenses mismos iban en sus carros a comer en esa terraza y a bañarse en esa playa, que era muy segura, más que la de Salagua, que antes de esto era la favorita, aunque la opción allá era meterse al río, porque el mar era muy peligroso en aquel punto. Pronto, compartió protagonismo en cuestión turísticas y de recreación con la playa de Santiago. En los sitios alrededor de esta playa donde se encontraba la terraza del señor Pelayo no había la misma seguridad, y frecuentemente había ahogados, mientras que en este punto era muy raro que se presentara una situación de peligro por inmersión, de no ser por bañistas alcoholizados.

El señor Pelayo con algunos de sus familiares.

TRASCENDIENDO A LA HISTORIA DE MANZANILLO

Cuando esto sucedía, el propio Indalecio, que, como ya dijimos, era un consumado nadador, se lanzaba al mar, y él mismo los rescataba. Así salvo a muchos. También sus hijos mayores salvaron a algunas personas por esta causa. Los hijos de la familia Pelayo crecieron jugando en la playa, así como en las ruinas de La Cuarentena, donde encontraron muchos vestigios interesantes, entre ellos, algunos libros antiguos de medicina. Pronto la gente empezó a conocer aquel paraje como “La Curva de El Indio” y a la terraza, como “La Terraza de El Indio”.

Hay que decir que como el señor Indalecio Pelayo era una persona de color de piel muy colorada, no pocos pensaban que le decían indio por los indios pieles rojas a los que se parecía por su tono de piel; pero en realidad era como un apócope por su nombre de Indalecio. El señor Pelayo se caracterizaba por ser una persona muy fuerte, a la que se decía que nadie le ganaba a las vencidas o pulsadas, un reto que le encantaba tener con cuanta persona quería enfrentarlo a las vencidas, así parecieran ser muy fuertes y de gran tamaño y complexión robusta.

Por aquel tiempo, se proyectó colocar una baliza por las cercanías de La Roca de El Elefante, que es una pequeña señalización luminosa que marca la línea de la costa para prevenir que las embarcaciones choquen contra la costa, y al determinar cómo era ese paraje marino, se determinó que había muchos tiburones y oleaje bravo, conocido como mar de fondo, de manera que nadie se atrevía a ponerla en el punto que se requería, hasta que el señor Pelayo Moreno se ofreció a él hacerlo. Lo acercaron a aquel punto en una lancha de apoyo, y luego él se desplazó en solitario hasta a aquel lugar y colocó la baliza en el lugar necesario. Ese lugar es conocido como El Farito, y continúa en funcionamiento hasta hoy.

La Terraza del Indio fue la primera que se estableció en la playa de Miramar en 1960.

Era una persona muy querida, cuya fama y aceptación llegaba hasta Manzanillo, pues casi todos los días se trasladaba hasta el centro de la ciudad, para surtirse de frutas, verduras y diferentes carnes para su casa y su restaurante en el Mercado 5 de mayo. Por esta causa, la calle que divide Los Patos de Chandiablo, se llama Indalecio Pelayo. Por un tiempo administró también el hotel María Cristina, y como era cristiano evangélico, construyó y donó un templo para un grupo que ayudó a formar en Santiago, llamado Perdón y Amistad.

El 26 de septiembre del 2010 Manzanillo se enlutó, aunque quizá muchos no lo supieron, pues ese día se apagó la vida de un impulsor del turismo, y en especial de la hoy importante playa de Miramar, como fue Don Indalecio “El Indio” Pelayo Moreno, una celebridad como restaurantero, pescador, ejidatario y una buena persona, que partió de esta vida a la eternidad a los setenta y nueve años.

 

 

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