Recién estuvo la gobernadora en la presentación de la estrategia de seguridad vial denominada “Visión cero, nuestra Colima”, que propone bajar a cero las muertes de personas por siniestros viales en el estado, muy loable como buen propósito, pero fuera de realidad, cuando casi a diario suceden accidentes fatales mucho de ellos, por circunstancias de errores humanos, distracciones con el teléfono móvil o alcohol y drogas, pero la mayoría es por deficiencias en la infraestructura carretera y pésima señalización, como el caso de La Salada en la autopista Manzanillo-Colima y el libramiento El Naranjo, de Manzanillo a Chiuatlan y el tramo carretero de la playa Miramar en precarias condiciones.
Señaló Indira Vizcaíno que hay regiones y países como España, con resultados contundentes en reducción de mortalidad vial, con cambios normativos y reglas que generen incentivos para cambiar comportamientos, como manejar y beber alcohol, el celular y exceso de velocidad, para lo cual afirma “no se requiere demasiada ciencia para esto, es de sentido común y justo con sentido común podremos evitar pérdidas de vidas”, lo cual son buenos deseos, pero más bien percibo, lo contrario al sentido común, no se está dictaminando el problema de manera seria e integral, pues se requiere definir la problemática, reconocer las graves deficiencias y convocar a instancias federales como la SICT, para que se realicen las inversiones necesarias para corregir tramos peligrosos en las carreteras federales y concesionadas del estado, rediseñar y reconstruir varios puntos críticos en especial La Salada que tantas muertes ha ocasionado por el pésimo diseño en la geometría de las curvas y las pendientes totalmente fuera de las normas mínimas de seguridad para circular, aunado al excesivo tráfico de tractocamiones, con exceso de carga y los denominados Fulles, de doble remolque, derivando un alto y constante índice de siniestralidad fatal.
El otro punto ya mencionado, el libramiento a Cihuatlán, el cual está mal diseñado, más bien inacabado, pues en algunos tramos es doble vialidad, con agujas de concreto mal señalizadas, lo cual provoca constantes accidentes, lo peor es que ha habido partidas presupuestales para completarlo y ponerlo en norma, pero han desviado los recursos de manera negligente y criminal.
Si realmente se quiere abatir el alto índice de siniestralidad vial, habría que asumir la responsabilidad política y moral por los encargados de las diversas instancias de gobierno involucradas y con toda seriedad plantear estrategias realistas, viables, y objetivos concretos como las inversiones necesarias y suficientes para corregir las precarias condiciones de parte de la infraestructura vial carretera, y en consecuencia la responsabilidad civil, jurídica y moral por las muertes que ocasionan al no hacer el trabajo profesional para el que fueron contratados.
En muchos países además cuando el Estado es omiso en corregir las deficiencias en las vialidades, las personas afectadas inician demandas millonarias contra el Estado, municipio o gobierno estatal según la jurisdicción donde suceden los hechos, pero en México no se tiene esta cultura jurídica, pero ya es tiempo que la ciudadanía empiece a exigir responsabilidad penal por omisiones de funcionarios responsables de las condiciones físicas, y ser sujetos a la acción de la Justicia.
Por otra parte también se debe exigir a la ciudadanía más responsabilidad al circular, para lo cual se debería impartir cursos de manejo como el caso de EU que previo a obtener una licencia de manejo te mandan a la escuelita de alcohol y drogas como yo lo viví cuando estuve de inmigrante en Texas y no sería mala idea establecer alcoholímetros para detectar a quien tome y maneje con sanción de confinamiento por 48 horas como se realiza ya en varias ciudades del país, no hacerlo es ver la gravedad de lo que pasa con frivolidad e indiferencia, pues están en juego vidas humanas, sin hablar de altos costos patrimoniales.