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EL TEQUILA | Colima Noticias
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EL TEQUILA | Colima Noticias

Por José Díaz Madrigal

Por la década de los setentas y ochentas del siglo pasado, cuando estaba en el apogeo de su vigor físico; era muy sonado en el mundo de la charrería, el apodo de un personaje popular y pintoresco; originario de Villa de Álvarez: El Tequila. Tal vez, mucha gente de aquella época, no sabía su nombre de pila, José Luis Cruz Villanueva.

El Tequila fue descendiente de una vieja y linajuda  familia villalvarense, que entre la bruma del tiempo se pierde la fecha en que sus ascendientes, llegaron de España, cuando México era colonia española. Uno de sus ancestros -tatarabuelo- don Ignacio Cruz Centeno, fue integrante de la primera legislatura del Estado de Colima en 1857. Don Nacho como se le conocía, tenía su casa particular donde ahora se encuentran las deliciosas paletas de la Villa, en la esquina suroriente del jardín principal.  En esa casa, don Nacho tuvo hospedado a Porfirio Díaz, cuando éste andaba huyendo de la persecución juarista, luego de que Porfirio proclamó el Plan de la Noria, en contra del destructivo Juárez.

Los villalvarense adultos mayores de la actualidad, aún recuerdan a don José María Cruz Inda -papá del Tequila- conocido como don Chemita Cruz, nombre cariñoso con el que le llamaban sus paisanos; por su generosidad y el buen hábito de ser útil a la población en general.

De estatura regular, el Tequila, era un hombre güero, ancho de hombros, robusto, alegre, rudo y a la vez agradable y cordial por sus puntadas y ocurrencias. Constituían en su conjunto una personalidad atractiva y de gallarda presencia.

Hizo la primaria en la escuela Morelos de su natal Villa de Álvarez. De entre los maestros de primaria, uno que le dió clases en el quinto grado, fue el bien recordado profesor Ismael Aguayo Figueroa; éste era un maestro talentoso, que de alguna forma empezó a convivir con don Chemita, que a la vez era un espléndido anfitrión. Gustaba de halagar al profesor Aguayo con perfumados vasos de tequila de Membrillo, que don Chema mandaba comprar en Guadalajara y venía envasado en elegantes damasanas de vidrio, de cinco y diez litros, revestidas con mimbre para su mejor manejo.

El maestro Aguayo, gran conversador, de preciso era visitante frecuente de la casa grande, como se le llamaba al hogar de don Chema; lugar donde ahora se encuentra un hotel en la parte norponiente del mismo jardín principal. Quizá por la confianza que se formó entre don Chema y el profesor, cuando éste estaba frente a los alumnos, llamaba a José Luis aparte y le decía -ve con tu papá y dile que me mande un poco de tequila del que me gusta- el chiquillo güerillo se iba corriendo desde la escuela a su casa, que no era lejos; regresando luego con una botella de medio litro tapada con corcho. Seguramente el encargo que le hacía el profesor era con frecuencia.  Los compañeros de José Luis, que oscilaban entre los diez y doce años, más de alguno era ingenioso, le acomodó el sobrenombre de Tequila, apodo que le cuadró por pegadizo y varonil semejanza. Lo llevó el resto de su vida, como nombre de batalla.

A la casa de don Chema, llegaba todo tipo de personajes: toreros, artistas y políticos; recibidos todos con la misma cortesía. Cuando se desarrolló la campaña presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, no fue la excepción; llegó a la casa de don Chema. Ruiz Cortines, fino político; antes de llegar a un lugar o casa, se informaba de las características de la familia. Sin duda le comentaron que entre los hijos de don Chema, había uno que le decían el Tequila.

Cuando don Adolfo arribó, para abrir plática preguntó ¿dónde anda por ahí el Tequila? Don Chema se sonrojó, pero ante la insistencia del candidato, lo mandó llamar; puesto que andaba jugando en la calle. Entró todo sudoroso, al ver al chiquillo con cara de travieso, don Adolfo le pregunta ¿dizque a ti te dicen el whisky? El avispado chiquillo contestó rápido y con naturalidad: no, me dicen el Tequila, viejo nango. Estallando una estruendosa carcajada del candidato.

El Tequila era un tipo seductor, al igual que dice un viejo corrido: maldito para el amor. . . Cierto Sábado después de «rayar» se puso de acuerdo con  un grupo de sus trabajadores para hacer un convite. Con seguridad habían invitado algunas damas. El Tequila por algún motivo no había llegado a la pachanga. Mientras llegaba, una de las mujeres  preguntó a los trabajadores ¿oigan, para ustedes cuál es su bebida preferida? La mayoría contestó: cerveza, otros rebajados con tuxca o los changos. Bueno, dijo la trigueña y guapa dama, mi bebida preferida es: El Tequila Cruz. De lejos se notaba que la traía derrapando.

El Tequila le hizo honor a su apodo, nunca se le rajó en absoluto en su vida adulta, fue un gran tomador. Siendo esta la causa de su deterioro físico que acabó con él, cuando la vida todavía le sonreía.

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